Hoy voy a contar una pequeña historia de mi infancia, de las pocas que tengo guardadas como si fueran el mayor de los tesoros.
No sé si ya dije que a la edad de 4 años, y a causa de los malos tratos hacia mi y abandonos continuos a los que mi madre nos sometía, le retiraron la custodia y nos dejaron a cargo de unas monjitas, las recuerdo claramente y creo que jamás olvidaré sus rostros, ellas eran "Sor Carmen y Sor Tere" Recuerdo que Sor Tere era la que nos daba los mimos, por decirlo de alguna manera, era mucho mas permisiva y a mi en concreto, siempre me complacía en todo, recuerdo que siempre la veía sentada en una silla, con sus agujas de hacer ganchillo, bobinas de lana de todos los colores a sus pies y haciéndome bolsitos, vestidos y camisetas, incluso ahora al recordarla me sonrío, Sor Carmen era mas dura, estricta, no dejaba de decirnos que y como debíamos de actuar, que cosas estaban bien o mal, y siempre era la que decidía los castigos cuando habíamos llevado alguna travesura a cabo, y puedo asegurar que eran unas cuantas, ya que 12 mentes infantiles en una casa eso suponía que si a una de esas mentes inquietas no se le ocurría algo se le ocurría a otra, así que debo reconocer que las manteníamos muy ocupadas, pues bien, el recuerdo que os voy a contar va relacionado con Sor Carmen, esa monjita que por el día se la pasaba regañando y enfadada "con toda sus razones" pero en la noche, muchas de ellas, yo no podía dormir, desde la infancia hasta el día de hoy siempre he sufrido de pesadillas y por lo tanto a causa de eso, yo nunca quería dormir porque me daba miedo hacerlo, a la edad de 7 años recuerdo que Sor Carmen, cuando ya todos dormían, entraba en la habitación de las chicas, donde yo aun estaba con mis ojos abiertos como platos y escondida bajo las sabanas, en ese momento sentía que se sentaba a mi lado, entonces yo asomaba la cabeza entre las sabanas y le sonreía...
-Otra vez sin dormir mi niña?
-Si, no quiero dormir Sor Carmen. -Le respondía-
-Pero mira, estas con Montse, Rosi, Josefina, Antonia, Paquita, todas duermen, Rosi y Montse te cuidan mucho, y si ellas vieran que lloras y tienes miedo, irían rápido a buscarnos a mi o a Sor Tere, y no dejaríamos que tuvieras miedo ni que mojaras la cama (Hasta la edad de 9 años tuve ese problema)
-Pero... no quiero. - Le volvía a responder con la voz mas bajita porque sabia que debía dormir y que a causa de mi insomnio infantil la tenía en vela.
-Hacemos nuestro secreto?. -Me preguntaba guiñándome un ojo y con una sonrisa llena de ternura.-
-Siiiiii. -Le respondía yo, con tanta felicidad dentro de mi, que aun hoy puedo sentir esa sensación que me embriagaba por completo cuando oía esa pregunta saliendo de sus labios en plena noche.-
Entonces Sor Carmen recogía su largo camisón blanco y se acostaba a mi lado, me abrazaba y sacaba un libro, el libro de nuestro secreto "Lorca para niños" o "la Alhambra contada a los niños", ella era una gran admiradora y me había contado la historia de Federico Garcia Lorca, ya que ella vivió los años en los que Lorca estaba en todo su esplendor incluso hasta el momento de su fusilamiento, me contó que ella era apenas una niña, pero que lo que ella hacía conmigo su madre lo hacía con ella.
Y ya acostada a mi lado abrazándome con uno de sus brazos y aguantando con sus manos el libro que esa noche tocaba, se disponía a leerme algo de uno de esos dos libros o una historia que ella inventada alrededor de la Huerta de San Vicente, casa de verano de la familia Lorca, de repente inventaba historias tan bonitas que me invitaba a soñar, mientras ella me contaba yo la miraba detenidamente, creo que fui la única que la pude ver sin su hábito, con el cabello corto al descubierto y en camisón...me parecía tan buena que solo deseaba que ella fuera mi madre... al día siguiente me despertaba sin haber mojado la cama y con esas historias en mi cabeza, me vestía e iba corriendo al salón donde Sor Carmen ya estaba en pie desde hacia unas horas, con su hábito y el cabello tapado, me sentaba en la mesa junto a los demás y yo no dejaba de mirarla, entonces ella me miraba, me guiñaba un ojo esbozando una pequeña sonrisa y de vuelta alzaba la voz regañando a los que aun no estaban preparados para desayunar y otra vez.... empezaba el día.
Desde entonces uno de mis sueños era algún día poder visitar, la Huerta de San Vicente, y así recuperar algo de mi niñez. La semana pasada estuve en Granada y pude realizarlo, estuve allí y sentí que mi corazón se aceleraba y hubo un momento en que hasta llore recordando todas esas historias que Sor Carmen me había regalado, incluso pude ver en venta los dos libros que me leía, no me los pude comprar ya que no llevaba dinero, pero igual, el recuerdo y la vivencia la voy a tener de por vida en mi corazón, hice fotos, y cada día antes de acostarme la miro, para no olvidar que Sor Carmen me regaló mucho mas que alguna que otra noche de tranquilidad.
"Estas imágenes son el resultado de un sueño realizado"
Besos a todos
Yoyo